El dominio marítimo es un concepto territorial, porque atiende a la relación de una colectividad nacional con un espacio del ecúmene geográfico correspondiente. Dicha relación es la que vincula al propietario con sus bienes. Por esto se puede sostener con seguridad que dominio marítimo es propiedad del mar, incluyendo su lecho y subsuelo.En este libro atendemos al parlamento del Mar y al drama de su pasado y su destino. Es un personaje enorme, al que sólo el Cielo supera en estatura. Posee riquezas inmensas que todos se disputan. A veces proclamando su derecho sobre ellas, ora disimulando sus deseos tras el velo de un sublime propósito, ora imponiendo el poder de sus armas. Con arreglo a derecho o no, unos ciento setenta Estados componen los coros que secundan a las declaraciones de los personajes de turno, de los políticos y de los juristas. Como siempre, hay la tentación clásica de situar a esos últimos como intelectuales sujetos al mecenazgo de los políticos. Por eso nace el drama, por eso amenaza la tragedia. No sabemos cómo terminará el espectáculo, pero deseamos, por el bien de la humanidad, que los poderosos acaten y vivan la palabra del Derecho que los juristas proclaman. Quizá entonces estaremos más cerca del imperio de la Justicia y de la Paz.El autor